Bloc de notas
Prendre la paraula
Internet ens fa més lliures? (Diari Ara)
Banda sonora de ‘La Fábrica’
Sobre ‘La piedra oscura’
Conocí a Alberto Conejero en un asador de la zona del Abasto. Salíamos, si no recuerdo mal, de ver Fauna de Romina Paula, en el Espacio Callejón. Estábamos reunidos el grupo que Alejandro Tantanian había seleccionado para el seminario internacional de dramaturgia Panorama Sur. Él, que estaba de paso por la ciudad, había participado en la anterior edición. Precisamente bajo la dirección de Tantanian, Conejero estrenó en Buenos Aires, en 2012, Cliff (Acantilado). Ahora, Ediciones Antígona publica su obra La piedra oscura, donde ficcionaliza los últimos momentos de Rafael Rodríguez Rapún (Tres Erres), que fue secretario de la Barraca y amante de Federico García Lorca.
Rodríguez Rapún, estudiante de Ingeniero de Minas, murió durante la guerra civil, en 1937, en el Hospital Militar de Santander. Pero Conejero, que ha podido acceder a una amplia documentación a través de los archivos familiares, lo sitúa en una celda, condenado a muerte (en realidad, falleció tras un ataque aéreo), frente a Sebastián, un crío que ejerce de vigilante. Son las últimas horas de alguien que oye como ruge y calla el mar mientras espera su fusilamiento.
{Seguir leyendo en la revista argentina Continuidad de los Libros}
Entrevista de Berta Ares
¿Recuerdan el final de la adolescencia? ¿Ese momento en el que uno también debe morir para encontrarse? ¿Ese umbral con vistas a un mundo adulto que ya decepciona? ¿Esa sensación de dejar atrás algo no resuelto –la infancia, la pureza, la autenticidad-? Yo la tenía olvidada y la recuperé al leer La puerta, de Albert Lladó (A Fortiori Editorial, Colección Ciudades Literarias).
La puerta funciona como un libro de apuntes –de luces y ausencias- desde el presente al pasado, un presente inestable a un pasado que se escapa, que ya solo aparece muy fragmentario y disruptivo. Una cena, un altercado, una noche, un viaje en tren. No es una historia lineal, ¿acaso lo es la vida cuando ya es recuerdo? Es un libro sobre la autoridad, la libertad, el conocimiento y el paso de la adolescencia al mundo adulto. Un mundo que se presenta imperfecto y por eso se cubre de muerte, máscaras y alcohol. “Saxo, sexo, trompetas y batería”, suelta el narrador.
En él hay amor, pasión, engaño, jazz y vómito. También belleza salvadora, y conocimiento, ese gran asidero. Pero no el académico: “¿La Universidad? –piensa el personaje central de la novela- Un absoluto y radical aburrimiento, sí. Un lugar marginal, cerca del F. C. Barcelona, un sitio estúpido, una especie de infierno dantesco donde danzaban, condenados, los travestidos que se prostituían justo delante de las puertas de las aulas. Todo son puertas, fronteras. Los alumnos, aglomerados en barracones, intentábamos sortear los condones usados a la salida de clase”.
La gran protagonista de La puerta es Barcelona, que el narrador pasea y acopla a su vida: “Ya soy uno de ellos, Barcelona es parte de mi cuerpo. Un brazo, un menisco. Una pierna”. Una ciudad a la que, a ojos de Albert Lladó, sus gestores se han empeñado en vaciar de su esencia canallesca, creadora y creativa, para vender a un turismo de masas y marcas. Hay algo de ajuste de cuentas en este texto. Este libro dice lo que los otros callan, y para ello se sirve de la audacia del aforismo y del recuento velado del paso de la vida por la ciudad.
{Leer la entrevista en Revista de Letras}