Atreverse con un montaje como La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca es, sin duda, un difícil reto incluso para directores con tanto talento y experiencia como Lluís Pasqual. Escrita en 1936, parece anunciar la España negra, la más negra, que acabó con la vida del poeta andaluz y con la de miles y miles de personas inocentes. Es una obra que habla de los silencios, del fuego de las pasiones reprimidas, de la intolerancia y, evidentemente, de la muerte…
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