Amat es un artista polifacético. O sea, un artista en sentido estricto. Por ello, asume riesgos y se lanza a filmar un cortometraje, en menos de 20 minutos, de un texto extraño, con tan sólo 72 escenas muy breves, y con claros componentes surrealistas. El proyecto no lo comienza sólo. Le acompaña el realizador y periodista Javier Martín Domínguez pero pronto sus diferentes maneras de entender el texto hacen que se separen. Cada uno dirigirá un film independiente, pero Amat recibe el apoyo institucional y su película será la que merezca el reconocimiento de la crítica. [Leer artículo]
[Segunda parte del artículo Un viaje al mundo de los sueños.]
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