Los cuadernos de Benarés del poeta Jesús Aguado, editados bajo el nombre de La astucia del vacío por DVD, nos hablan desde la India, refugio del creador que sabe de los peligros de no deshacerse de todas las caricaturas que ha ido creando. En unos apuntes que nos recuerdan a Las voces de Marrakech de Canetti o al Imperio de los signos de Barthes – obras que el propio autor cita -, Aguado va despojándose de un Ego que ha ido tejiendo con los años y las prosas, con los versos y las inercias. Se acerca a Occidente, precisamente, desde un Oriente que no conoce, y que le hace enfrentarse al mundo desde cero. Desde el silencio, la ausencia y lo limpio de una tela que no ha nacido para ser bandera de nadie. Desde la condición de posibilidad, pues.
La ciudad a la que siempre se vuelve – el cuaderno abarca de 1987 a 2004 – le acoge ya no como a Jesús, sino como a Víkram, creando una nueva identidad que le permite aprehender en el sentido más amplio del término. La liberación que el poeta necesita, para luchar contra todas las prisiones impuestas por él mismo, es un proceso creativo autónomo que, sin darse cuenta, le va escribiendo el libro. Un libro que no ha planeado, que se dibuja automáticamente, con trazos de lo cotidiano, donde radica la materia para la obra total. Un volumen que, sin reivindicar postmodernismos anticuados, reúne géneros de géneros, mezclando una prosa ampliamente lírica, aforismos, poemas, reflexiones, cuentos y fotos de perros dormidos. Somos todos perros dormidos.
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